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PEDRO GALLEGO RUBIO: UNA VIDA ENTRE LUCES, SOMBRAS Y VERDADES VISUALES

  Pedro Gallego Rubio nació en 1960 en Villanueva del Río y Minas, un enclave de raíces profundas en la provincia de Sevilla. Desde muy joven —a los 15 años— descubrió su vocación por la imagen, sumergiéndose en la fotografía como autodidacta. Sin más maestro que su intuición, su paciencia y una curiosidad insaciable, comenzó a explorar el poder narrativo de la luz y la composición, y no ha dejado de hacerlo desde entonces.

  Durante décadas ha vivido entregado a la creación visual, dominando técnicas artesanales como el aerógrafo y apostando siempre por la máxima calidad. Su amor por el detalle lo llevó a trabajar con cámaras de gran formato durante muchos años, buscando no solo capturar imágenes, sino crearlas con intención, con alma, con significado.

  A lo largo de su carrera ha diseñado más de 400 carteles para una importante entidad bancaria y ha formado a generaciones de fotógrafos como profesor de fotografía profesional y publicitaria durante más de 15 años. Aunque ha expuesto en varias ocasiones, gran parte de su obra más íntima permaneció en reserva. Hasta ahora. En el presente, Pedro abre al mundo su universo creativo a través de esta web, con el firme propósito de difundir su trabajo con libertad, decisión y sin ataduras.

  Después de más de medio siglo en el mundo de la imagen, ha decidido dejar de pasar desapercibido y compartir sin filtros todo lo que ha vivido, creado y soñado. La revolución digital no lo desplazó, lo potenció. Le ofreció nuevas herramientas que integró con naturalidad a su experiencia previa. Ha diseñado libros, catálogos, revistas, páginas web, campañas de moda, reproducciones de obras de arte… siempre desde una visión única, que combina lo clásico con lo vanguardista, lo técnico con lo emocional.

  Su estilo no encaja en etiquetas rígidas. Es creativo, versátil, experimental, y a la vez profundamente riguroso. Nunca ha buscado los focos, pero su trabajo brilla por sí solo. Ha trabajado como freelance desde sus inicios, y en las últimas dos décadas, también como empresario, desarrollando proyectos propios sin descanso.

  Pedro es un creador incansable. Lo que más le apasiona no es solo hacer fotos, sino idear escenas, iluminar lo invisible, construir imágenes que aún no existen hasta que él las materializa. Esa capacidad de imaginar y dar forma es su sello y su motor. En lo personal, valora por encima de todo a su familia, su gran sostén emocional. Quienes lo conocen saben que su talento va de la mano de una profunda humildad, y que su sensibilidad se refleja no solo en su obra, sino también en su forma de vivir. Como decía Antonio Machado, frase que Pedro hace suya: “No soy un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido, pero recibí las flechas que me asignó Cupido.” A sus 65 años, Pedro Gallego Rubio sigue activo, inquieto y lleno de ideas. La creatividad no se ha desgastado con el tiempo, al contrario: se ha afinado. Y si algo tiene claro, es que cuando la muerte lo alcance, lo hará trabajando, soñando, construyendo una nueva imagen. Porque la imagen ha sido, es y será siempre su forma más pura de estar vivo.

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